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jueves, 1 de abril de 2010

SEVILLA, MIÉRCOLES SANTO: La transición tranquila

EN Semana Santa no hay taburetes en los bares. Y en muchos ni siquiera hay tapas. Se aplica la dictadura de la ración o la media ración. Y todos de pie como en un autobús de Tussam en hora punta. Los bares, muchos bares, declaran su particular estado de excepción y suspenden determinados servicios, prestaciones o garantías. En pleno prime time se suprime el mayor símbolo de la hostelería más allá de las fronteras locales: la tapa. Y se condena a las personas mayores a estar de pie. Un disparate. Por fortuna hay honrosas excepciones, que reducen la oferta, pero mantienen una suerte de servicios mínimos, pero lo de la supresión de la tapa es casi como el cartel del servicio averiado que marcó aquellas Semanas Santas de los años 80 y 90, las de la masificación ya superada.

tranquilidad
Un Miércoles Santo como el de ayer sirve de botón de muestra de la evolución de la Semana Santa de los últimos años. Los días laborables se rebaja con intensidad el mal gusto de las calles, quizás porque se reduce la cantidad de público. Está influyendo también la retransmisión televisiva cada vez más selecta de las hermandades. Se ha consolidado por fortuna la descampanización de las emisiones hasta tal punto que ya es difícil saber a través de la pequeña pantalla qué cofradía discurre por el inicio de la carrera oficial. La televisión local, por ejemplo, ofrece salidas, entradas y sectores clave como el Postigo, la calle Adriano o el Salvador.

En este miércoles de calma, de transición tranquila a las jornadas grandes, no vimos a la Piedad con lirios. Lució claveles rojos de tonalidad intensa. La Virgen llevó un tocado de tisú con evidentes brillos. Permutó la cofradía del Arenal la estrechez de Santas Patronas por la anchura de Reyes Católicos, lo cual -al margen de la logística cofradiera- vino bien para el público eminentemente familiar que acompaña a esta hermandad en su ida a la Catedral, en un itinerario marcado por las sillitas plegables y los carritos.

La Sed tiene un cortejo con cada vez más antifaces ala de mosca, señal de que aquella joven cofradía que salía los Viernes de Dolores tiene un cuerpo de nazarenos cada vez más veterano. Es una delicia disfrutar de la solera de esta cofradía de barrio cuando recorre el Muro de los Navarros o la calle Santiago, sobre todo cuando se funden en una misma estampa el adoquinado con la silueta de los penitentes sin capa, con la túnica oscura y la soga por cíngulo. Muchos prefieren al crucificado con la cabeza desnuda, sin corona ni espinas. Cuestión de gustos.

A primera hora de la tarde, el centro es tomado por Nervión y San Bernardo. ¿Hay alguna cofradía más larga que la del antiguo arrabal? A la de San Bernardo hay que verla por donde sea, pues es de esas cofradías que tienen el valor de compendiar el significado de todo un día de la Semana Santa. San Bernardo es al miércoles lo que la Amargura al Domingo o la Buena Muerte al Martes. Las calles San José, la Alfalfa (emotiva siempre la arriá del paso de Cristo a la altura del azulejo del costalero fallecido) o Cuna son buenas opciones.

La calle Imagen, fea donde las haya para ver cofradías, sirve en cambio para tomarle el pulso al tipo de público que participa en la Semana Santa. Nada que ver el de ayer al paso del Cristo de Burgos con el del Domingo de Ramos al paso de San Roque. Está claro que una jornada como la dominical está mucho más herida que cualquier otra. El domingo comparte los mismos síntomas de preocupación que la Madrugada. Ayer se pudo cruzar sin mayores problemas la carrera oficial por distintos puntos y recorrer calles como Zaragoza, Álvarez Quintero o Cuna con relativa comodidad aun estando ocupadas por cofradías.

vísperas de bullicio
La Semana Santa se presenta ya ahormada el miércoles. La ciudad tiene ya los cuerpos perfectamente amoldados. Ha vivido una primera mitad. Y aún queda la otra. Se nota cómo muchos buscan la carrera oficial, la silla de quidiello para no gastar fuerzas. Una sillas que, por cierto, parecen menguar cada año. Es literalmente que el público sea capaz de permanecer sentado varios minutos en caso de ocupación del aforo al cien por cien. La tarde del miércoles da para la tertulia sobre cómo prepara cada uno la Madrugada. Hay quienes hablan de eso -demostrando que el manto de la noche no sólo cubre la tarde del jueves- mientras que otros prefieren deleitarse con la finura de los trajes de los pajes del Cristo de Burgos y, sobre todo, una vez más con el resultado de la restauración del primer paso. Pocas intervenciones tan valientes en una cofradía con un sello y una sobriedad tan definidas han merecido tanta unanimidad de elogio.

Este miércoles ha servido para reconciliar al público exigente, al que ya no se identifica al cien por cien con la actual Semana Santa, con la calma y mesura que nunca deben abandonar una fiesta de estas características. También ha ayudado el frío, que deja en el centro a quienes de verdad están interesados en ver cofradías. El bajonazo de la temperatura de ayer restó gentío en la tarde noche, sobre todo en sectores de la carrera oficial como la Plaza de la Virgen de los Reyes y, lo que es peor, ha servido de aviso para la Madrugada, pues se vaticina una noche de abrigos y petacas en la carrera oficial.

Cuando la de San Bernardo regresa al arrabal, unos carritos con el azahar de la finca San Eufemia recorren la calle Monsalves en dirección a San Antonio Abad. La Semana Santa es una película sin solución de continuidad. Los destellos del miércoles se funden con los mejores símbolos de la Madrugada. No ha acabado el miércoles ni con mucho -pues la de los Panaderos aún no ha completado su salida- cuando a las Vírgenes de la Madrugada se le están colocando los pecherines.

La Semana Santa de los bodegones particulares en los bajos comerciales, del niñateo en las calles, de las faltas de respeto a los cuerpos de nazarenos y de la suciedad en la vía pública vivirá su prueba de fuego a partir de hoy y, por encima de todo, durante la próxima noche. El miércoles ha supuesto un pequeño respiro para ciertos valores defenestrados. Y sería bueno no sólo que el público cofradiero tomara la calle esta Madrugada, sino que también los bares se sumaran al esfuerzo colectivo que se reclama para que la Semana Santa no decaiga aún más en cutre.

Diario de Sevilla.

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