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domingo, 4 de abril de 2010

MÁLAGA, VIERNES SANTO: El principio del fin

La Catedral se convierte en protagonista absoluta de la tarde del Viernes Santo. Los oficios que se celebran en la basílica de la ciudad marcan el comienzo de una actividad que se completa con un vía crucis del Cristo Mutilado y las estaciones penitenciales de tres de las cuatro primeras cofradías del día: Dolores de San Juan, Descendimiento y Monte Calvario. La cuarta, la Soledad de San Pablo, aporta el elemento distintivo. El sabor de barrio, de hermandad antigua, de principio del siglo XX, de personajes y elementos conservados y que reflejan una época: romanos, sandalias, escapularios, fajín...El entorno de la parroquia de San Juan ha recuperado la elegante y seria presencia de la archicofradía de los Dolores de San Juan, tras cuatro años saliendo desde el Sagrado Corazón.Es curioso cómo esta cofradía gana la calle. Impone respeto su mera presencia. Conforme avanza la cruz guía, las voces se van atenuando, los sonidos se apagan y sólo se escucha, de fondo, la capilla musical.La entrada del Cristo de la Redención en la calle Sebastián Souvirón se realizó en medio de una nube de incienso, que aportaba aroma y cierto halo de misterio. Sereno e iluminado por la suave luz de tarde, avanzó con el sonido de la capilla musical interpretando el suave motete ´Santa María Dolorosa´. El crujido de la madera, al pasar el trono, era lo único que se hacía notar en la silenciosa calle. Si acaso, alguna orden hablada, no gritada, de un capataz. La Virgen de los Dolores avanzó con paso firme hasta la plaza de Arriola, donde maniobró para ponerse frente al convento de las Hermanitas de la Cruz. Mucha gente a su alrededor callaba a la espera de escuchar el canto de las monjas que dedicaron a la Virgen. Más que un canto, es una oración con música. La saya de la Virgen y el trono de plata refulgían en la tarde.Desde La Malagueta. Igualmente fúnebre es la comitiva del Descendimiento, aunque esta cofradía sí lleva bandas de música: la Cruz del Humilladero, tras el misterio; y la de Arunda, con la Virgen de las Angustias, aunque son tambores destemplados los que abren y anuncian la llegada de la procesión. Los nazarenos portan largos cirios negros al cuadril, y la cola de sus túnicas las llevan recogidas en el brazo. El público asiste ensimismado al trance delicado de desclavar el cuerpo inerte del Señor de Ortega Bru. Miran como lo hacen las Santas Mujeres o la Virgen del Santo Sudario, que lucía un elegante terno burdeos, bordado en oro.El Descendimiento también optó este año por el monte de corcho. Con ´Mater Mea´ entró en Puerta del Mar desde la calle Martínez. Detrás, los quitasangres limpiaban el paso para que la Virgen de las Angustias dejara el palio del Parque y avanzara por Sancha de Lara y Martínez. Llevaba su saya azul bordada, y rosas y orquídeas blancas en las jarras, a los sones de ´Virgen del Valle´, y la impertinente ´Madre Hiniesta´, para ganar la amplitud de la Alameda.

La primera de las clásicas. Salía la Soledad de San Pablo y el barrio de la Trinidad, con ella. La primera de las clásicas del Viernes Santo, de las de toda la vida, ejerciendo. Bomberos abría la comitiva con sus afinadas cornetas, delante de la escuadra romana, y los tambores roncos de la banda de la Trinidad marcaban el paso del trono refulgente, exornado con lirios y un elegante friso de rosas rojas y espinos. Es una procesión fúnebre en mitad de la procesión y sobre un trono barroco, que perfuma los rincones con el incienso que sale de los pebeteros. Pudo ser el último Viernes Santo del actual grupo de Pedro Moreira, ya que todo apunta a que Israel Cornejo tendrá listo el nuevo misterio de vestir en 2011. También es probable que se cambie el acompañamiento musical y la cofradía apueste por las cornetas de la Esperanza tras el ensayo general del vía crucis de Cuaresma.Ayer, la Sinfónica de la Trinidad dio un recital con un repertorio sobrio y fúnebre. ´Santo Traslado´, de Miguel Pérez, y ´Getsemaní´, de Ricardo Dorado, para llegar a la Salud, que ya esperaba a iniciar el traslado de regreso a San Pablo. ´Procesión de Semana Santa´, para cruzar el puente y ´Cristo de la Agonía´, para bajar la rampa. Una marcha que parecía sonar en estéreo, porque la banda de Álora, tras la Virgen de la Soledad, también la eligió para subir la rampa de la Aurora, en la otra orilla del río.La Virgen iba arrodillada ante la cruz arbórea, rematada con los casquetes adaptados de la anterior cruz octogonal. Iba rodeada de rosas rosa y sobre un risco de corcho con flores silvestres, yedra y pita. Estrenaba un sudario con una vistosa disposición sobre el patíbulo, con cardos bordados en hilo de plata.La procesión salió del recorrido oficial muy agrupada, con los nazarenos en perfecto orden, llegando a Carretería los dos tronos a muy poca distancia. Cuando el Cristo tomaba la siempre difícil curva del Bar Jamón, con ´Cristo del Desamparo y Abandono´, la Virgen estaba a punto de llegar a la altura de Comedias, con su mirada dirigida al cielo en el que, ya hacía horas, se había puesto el sol.

La Opinión de Málaga.

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