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miércoles, 31 de marzo de 2010

JAÉN, MARTES SANTO: Saetas a la Clemencia

Los jienenses que ayer atestaban los alrededores de la iglesia de la Magdalena miraban de reojo de vez en cuando el cielo. Los rayos del sol se iban intercalando con nubes que hicieron temer a muchos que volvieran a repetirse las escenas del Lunes Santo, cuando el Cristo de los Estudiantes y la Amargura tuvieron que quedarse en sus templos. Sin embargo, ayer no hubo tan mala suerte y las tres imágenes titulares de la cofradía que posee su sede en la Magdalena tuvieron la oportunidad de dejarse querer por las calles de Jaén.

Puntualmente, a las cinco de la tarde, se abrieron las puertas, que atravesó primero la Cruz de Guía. Para entonces, en las castizas calles aledañas a la parroquia no cabía ni un sólo alfiler. Los nazarenos, vestidos con túnica y capa blancas, y caperuz y fajín de color rojo, esperaban para poder acompañar a los tronos. De hecho, es una de las hermandades que cuenta con mayor número de nazarenos de la capital. Nuestro Padre Jesús de la Caída (obra de Emilio Navas Parejo, en 1956) fue el primero en salir a la calle, adornado con iris morados, no sin antes recibir la primera saeta en el interior del templo, a la misma vez que era cariñosamente mecido por los costaleros. Ésta sería la primera vez de muchas. Cuando atravesó la puerta de la iglesia, los allí congregados rompieron en aplausos y vítores, a la misma vez que la Agrupación Musical María Santísima de la Estrella, de Granada, entonada el himno de España. El trono comenzó su itinerario hacia el Molino de la Condesa, adonde fue recibido por un baño de masas y más saetas. Tras él iban acompañándole miembros de la Policía Nacional, como hermana honorífica de la cofradía.

Estrecha puerta
El siguiente en salir de la iglesia fue el paso del Santísimo Cristo de la Clemencia (obra de Salvador de Cuéllar, en 1593; mientras que la imagen al pie de la cruz de Santa María Magdalena está atribuida a Mateo de Medina, en el siglo XVIII), al que también le habían dedicado previamente una sentida saeta. Los costaleros se esforzaron para poder sacar el trono por la estrecha puerta de la parroquia, lo que consiguió conferirle aún más vistosidad a la estación de penitencia. Con el Señor de la Magdalena caminaba también la Policía Nacional, además del cuerpo de lanceros romanos bellamente ataviados para tal ocasión. La música, en cambio, se hizo de rogar, ya que la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Expiración de Huéscar (Granada), llegó tarde y hubo que esperar unos minutos hasta que se posicionó tras el trono y pudo al fin dedicarle unas notas musicales. Sin embargo, el Cristo de la Clemencia no se vio solo en ningún momento, ya que las saetas no pararon de mimar su lenta caminata.

Por último, los jienenses esperaban ansiosos para ver la tristeza de María Santísima del Mayor Dolor (obra de Alfredo Muñoz Arcos, en 1946; mientras que la imagen que está junto a ella de San Juan Evangelista ha sido datada en 2008 y es obra de Pío Mollar en 1927), que hizo su aparición poco antes de las seis de la tarde. Como había ocurrido anteriormente con los anteriores tronos, la Virgen recibió el calor de las saetas antes de su salida de la parroquia y después, cuando tan sólo había recorrido unos cuantos metros con el esfuerzo de sus costaleras. Ayudando a la imagen a sobrellevar mejor su dolor, iban decenas de mantillas de todas las edades, de riguroso negro, pero bien abrigadas debido a que el aire se dejaba sentir con fuerza de vez en cuando por las calles.

Bellas fotografías
Así, con lento caminar, pero con el buen hacer de sus costaleros, las tres imágenes enfilaron las calles del Molino Condesa, una de las preferidas por los fotógrafos debido a su extraordinaria belleza, para luego dirigirse a la Carretera de Córdoba y continuar por Millán de Priego y la plaza de los Jardinillos. Durante todo su recorrido, no dejó de olerse a incienso, pero tampoco a cera. De hecho, éste ha sido el primer año que la cofradía ha decidido que los fieles portaran cera en vez de cirios, algo que ya hacen muchas hermandades de la ciudad. Así, algunos de los momentos más emotivos volvieron a sentirse en calles tan señoriales como Roldán y Marín, Maestra, Campanas o Martínez Molina, así como en la plaza de Santa María.

Los devotos pudieron además admirar las novedades que llevaba este año la cofradía y que consistían en las bambalinas delantera y trasera del paso de palio, que han sido donadas y bordadas en oro, seda fina y pedrería, con un estilo neobarroco. Las laterales serán bordadas en los próximos años. Además, también se estrenaron ayer dos faroles para el frente de procesión, de madera y metal repujado con seis caras. Todo para que las imágenes y sus tronos pudieran lucir más bellos ante los jienenses.

Ideal.es

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