Fue un hombre sencillo y sincero, buscador de autenticidad en tiempos difíciles en la Iglesia, en las inmediaciones del postconcilio. Supo acercarse a voces silenciadas y luchó por hacerse presente en vidas oficialmente alejadas.
Amante de la vida carmelitana, supo acercar a Santa Teresa a la cotidianidad de muchas personas, fomentando la oración y la formación de los grupos parroquiales. Muchas personas, después de tantos años, siguen alimentándose de su vida y su palabra, que llenó de consuelo muchos corazones doloridos por incomprendidos.
Orador nato, comunicador excelente, y hombre de una caridad infinita, la cual se manifestó en la ayuda a muchas personas, que aún recuerdan cómo los sacó de apuros de todo tipo.
Murió a los 60 años. Tras muchas luchas y búsquedas personales, podría decir que murió en lo que llamamos olor de santidad; una santidad desde la cotidianidad. Fue purificándose de muchas cosas y descubriendo cada vez más la presencia del Señor. Y el Señor lo llamó cuando todos creíamos que aún tenía mucha tarea por hacer.
El 3 de diciembre, los que bebieron de su amistad y espiritualidad, y aún siguen bebiendo, lo van a recordar en una eucaristía en su querido San Lorenzo, a las 8 de la tarde. Se pedirá por él, y le pedirán a él que nuestra fe se consolide. Se recordará con cariño y se revivirá en fraternidad.
La Pasión de Andalucía. Redacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario